
Veladas en otros lugares que no acostumbramos hacen surgir momentos y sensaciones que no acostumbramos tampoco. Como resultado, es esta entrada de blog. Para variar, cuando la termine no supe cómo conectar lo que escribía con lo que estaba viviendo. Sin embargo, dejaré a ustedes la tediosa tarea de leerme de nuevo.
"Entre vapores y reflejos, la noche nos invita a paso acelerado a bailar. El ritmo nos contagia, el corazón no quiere pensar pero la mente quiere sentir.
Miradas fugaces, rampantes y campantes momentos de protagonistas rotos, con ojos como el cristal y abismos de pasión.
La seducción de la noche nos ataca, los reflejos nos confunden, los vapores nos obligan a caminar cerca de la piel. A recorrerlas con la vista. Tan violento como la tempestad, tan profundo como el mar, tan caliente como el mismo corazón de un volcán.
Es ahora el amanecer. Todo terminará. El sueño se irá. Cual espejo en un vaso, me ahogo con lo que veo dentro. Como aquella mirada, y aquel silvar del aire al son del caminar. El cielo más profundo será mi lista. Los luceros no los quiero.
El capricho más grande... No será mi techo, será mi piso".
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