Este verano se me dio la oportunidad para conocer y disfrutar durante 20 días de Europa. La tomé sin pensarlo.
Lo primero que tengo que alegar es que justo antes de abordar el avión recibí la sesión de cateo más íntima de mi vida y sin derecho a número telefónico. Los hechos: Un militar realiza la sesión de cateo y literalmente tocó todo donde pudo con "el fin de descubrir a un traficante", según sus declaraciones.
Después, no conforme con haber tocado como quiso a más de 50 personas que estaba a punto de no ver más nunca (el sueño de cualquier pervertido), se dio una situación muy extraña y poco común: todos los pasajeros de procedencia china eran guiados y ,evitando la sesión de manoseo, colocados de primeros para abordar el avión. Mismo militar, misma inteligencia: "Es que están condenados a muerte por tráfico de drogas". ¿Qué puedo decir? Seguro las demás personas en la cola teníamos cara de idiotas.
Abordé emocionado ese pájaro gigantesco de hierro, conseguí mi asiento y descubrí que estaba al lado del pasillo (primero), a mi lado tenía a un señor francés (segundo) y los asientos eran horriblemente incómodos (tercero). Combinen esos tres elementos de cualquier forma posible con todo lo que conllevan, pero lo que sí deben saber es que mi pituitaria no tuvo un buen viaje.
Es la primera vez que voy al baño desde tan alto. Sí, fue un momento emocionante para mí.
Después de diez horas de calarme la frescura del olor del fránces (¿cómo es posible que sean la capital mundial de perfumes y jabones?, ¡COÑO!) y no dormir por lo incómodo, llegué al aeropuerto de París.
Maravilloso, gigantesco. El Charles de Gaulle Airport tiene indicaciones por todas partes, personal dispuesto y que conoce los procedimientos. Lo único, "cuidado con los pickpotes" o mejor conocidos como ladrones de bolsillo. Son simpáticos pero saben hacer su trabajo.
Llegué a Dublín, al Dublin Airport para descubrir que la temperatura era mi principal problema. El promedio en La República de Irlanda es de 20 grados centígrados. El personal, a pesar de mi idea formada a base de opiniones de terceros, fue muy amable.
Me recibió mi hermana con el Sr. William Reddy. Muy amable, una gran persona y pana íntimo de la caña. Ahí en Irlanda se bebe casi a diario por aquello del frío y por lo otro de que simplemente les encanta la cerveza.
Tiene sus ventajas la temperatura de ahí: No se calienta la cerveza por el clima, que al mismo tiempo impide que te embriagues muy pronto. Las latas de cada cerveza equivalen a una botella de un tercio (1/3) aquí. Y finalmente hay una variedad enorme de cervezas, todas con renombre internacional.
Eso por nombrar solamente la ida, porque durante y después serán mucho mejores.
Se los prometo!
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