
Lo dibuje en mi mente como la metáfora de un frasco. Cada ser humano es un frasco que contiene cosas tales como sentimientos, ideas, habilidades, destrezas, personalidad, etcétera. Por supuesto, cada "frasco" es distinto, porque representa cada ser humano.
En mi efímero recorrido vivencial, pude elucubrar que siempre buscamos las cosas que nos llenan más de otro frasco y eso es lo que consideramos más atractivo de la otra persona. La frase "que me llene" es sumamente importante, pues redefine totalmente la "búsqueda" por alguien que pueda caminar a mi lado sin dejar de ser ella misma y sin que yo cambie.
Es clave que el otro frasco no se vacíe ni que mi frasco tampoco, ya que significa que se acabó en mí lo que busca la otra persona, y viceversa.
Debo admitir que construí este texto pensando en algo que me hace falta... Siento que mi frasco está vacío... Pero cómo buscar algo que no sabes qué es, y menos si te sientes preso del pasado? A veces las palabras sobran. Como dije, siento mi frasco vacío.
Por fortuna, los frascos se van llenando con el tiempo. A veces piadoso, otras no tanto, ese tiempo permite que las cosas dentro de cada frasco maduren... y en ocasiones, caduquen. Debo también confesar que cada vez que un frasco se mezcla con otro es imposible que su contenido quede completamente limpio. Siempre quedará algo de los frascos que se mezclaron.
Evidentemente, cada frasco conserva, aunque sea muy poco, algo de la mezcla con los demás frascos. Esto permite que el contenido de mi frasco madure y sea más profundo, rico y especial. Otras personas, simplemente tienen un frasco lleno, que desean impartir al mundo.
Como dije, siento mi frasco vacío.
Good!!
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